martes, 1 de septiembre de 2009

Están Locos estos Romanos, Asterix


Por Luis Carranza Torres (*) y Sergio Castelli (**) - Exclusivo para Derecho y Justicia

Los derechos de la historieta guionada por René Goscinny e ilustrada por Albert Uderzo en 1959, respecto de una aldea gala que en el año 50 a.C. se niega a rendirse a los romanos de Julio César, acaudillados por dos simpáticos personajes de bigotitos, un rubio, bajito y flaquito (Asterix) y otro moreno, alto y gordinflón (Obelix), son el centro en nuestros días de una disputa legal de proporciones en Francia.
A los que no han sido, como los autores de esta columna, devotos seguidores de estas historias, tenemos que decirles que se trata no sólo de los personajes de la historieta francesa más popular en el mundo, sino que resultan para los galos de hoy lo que Patoruzú significa para nosotros. Tanto se identifican los franceses con ellos que el primer satélite lanzado por Francia en 1965 se llamó Asterix y el nombre de la mascota de la Copa Mundial de la FIFA de 1998 fue nombrada Footix, en homenaje a los personajes de la tira, cuyos nombres terminan en todos los casos con el sufijo “ix”.
Pero, además de resultar nuestros héroes sólidos referentes culturales de Francia en el mundo, son asimismo un gigante de los derechos de la propiedad intelectual y afines, con más de 325 millones de álbumes de sus historias vendidos, varias películas de cine y no pocos ciclos de dibujos animados para televisión, así como un parque temático de diversiones (Parc Asterix, a 30 km de París), que dejó  los ingresos de EuroDisney como los de una kermés de barrio. Para dar un solo dato de la magnitud económica de la que hablamos, digamos que sólo en productos de merchandising con su imagen o referidos a ellos, en el 2007 los titulares de los derechos facturaron 11 millones de euros.
Poco antes de la Navidad del pasado año, el mundo editorial galo se sorprendía con la noticia más importante en un lustro: el gigantesco grupo multinacional Hachette se hacía con la mayoría accionaria de Éditions Albert-René, la editorial creada por Albert Uderzo y Anne Goscinny, cuando todavía el amor a los negocios en común era mutuo, para proseguir la publicación de las aventuras de Asterix tras la muerte del padre de esta última. Es que Albert había vendido, sin consulta previa a la socia, su 60% dela empresa. A la nada advertida Anne, todavía accionista del 40% restante, se le atragantó el pan dulce navideño, y prometió venganza.
Pero como en los culebrones de la tarde televisiva, una tercera en discordia vino a patear el tablero: la propia hija de Albert, Sylvie Uderzo inició acciones legales para anular dicha venta. Entendía que su padre había sido aprovechado por su edad (82 años), para vender mal y pronto. Y con aires de cruzada cultural, declaró al diario Le Monde que lo suyo era una pelea “contra los peores enemigos que ha tenido Asterix, los ejecutivos y la industria, los invasores romanos de Hachette”.
Su padre le contestó por una entrevista en Le Figaro (adversario periodístico de Le Monde), señalando como culpable de los actos de su hija a su yerno Bernard Boyer de Choisy, a quien se refiere como Iznogoud, en alusión al maquiavélico visir de la historieta humorística francesa creada por su amigo René Goscinny y el dibujante Jean Tabary en 1961 para la revista Record.
Para el 5 de marzo está fijada la primera audiencia de  la pelea judicial, en la que Sylvie deberá demostrar que su padre estaba gagá al firmar, en tanto Albert tratará de probar que su hija tiene menos carácter que un helecho, y no es más que un instrumento de su ambicioso yerno.
Habrá más noticias para este culebrón de la propiedad intelectual. No lo duden, estimados lectores.
(*) Abogado. Doctor en Ciencias Jurídicas.
(**) Agente de la Propiedad Industrial.
Estudio Castelli & Asociados

No hay comentarios:

Publicar un comentario