Cuánto quisiera hacer llegar estas breves líneas a todos los que quiero y aprecio, pero en la mayoría de los casos no tengo las direcciones que así me lo permitirían.
Como todos ustedes saben, el día de mañana se cumplen 99 años del nacimiento de don Jesús Isaac Valdez Díaz y cuánto me gustaría, y haré todo lo posible, para que el día 5 de octubre del año 2009 estemos todos reunidos, sea en Arequipa, en Lima o en Buenos Aires y los que no estemos juntos, espiritualmente pensemos en él todo el día.
Las circunstancias del nacimiento de mi papá no las conocemos, pero sí muchos pasajes de su vida en que estuvimos a su lado y hay historias tan hermosas de los Valdez Herrera como familia que no merecen descansar en el baúl de! olvido; estas historias no son necesariamente felices pero creo que pocos hermanos hemos pasado junto a nuestros padres experiencias tan singulares que es casi una obligación hacerlas conocer o por lo menos, hacerles llegar los recuerdos de una muy impresionante aventura de la vida que fue nuestra infancia y adolescencia.
Desfilan en mi memoria el valle de Majes, los Herrera Vígil, Aplao, Los Puros, El Monte, la carretera panamericana de 1949, Lima, Ticlio, Jauja y Rieran, la cordillera oriental, Monobamba, Lima, Raúl Herrera Vigil, el valle de Tambo, Haciendita, Limatambo-Cusco, la Arequipa de 1955, la inserción nuestra en la ciudad, el nacimiento de Jorge, Alfredo y Pochita y el de Gilberto en la nebulosa de mi memoria en el pueblo de Cosos en el año de 1946.
Hay cosas tan hermosas que les contaré todo en el transcurso de este año del Centenario de nuestro padre, que así se lo merece. Un abrazo a todos ustedes.
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La primera de estas historias cortas la escribí el año pasado pero no la guardé y por eso la recuerdo el día de hoy.
Mi papá fue muy hermético al referirse a su infancia y era muy difícil tratar con él sobre sus primeros recuerdos los cuales eran siempre tristes y dolorosos. Su grandeza fue, que aunque quedó profundamente marcado para toda su vida por ellos, que no quiso que nosotros tuviéramos esas experiencias y fue, dentro de la medida de lo posible, muy generoso y bondadoso con sus hijos y tuvo un afán permanente de que nos superáramos en todo momento
Una mañana que subí a su cuarto de la casa de IV Centenario, lo encontré como de costumbre bien vestido y ocupado con sus estampillas, y al verme como siempre iniciábamos una más de nuestras conversaciones que a veces eran muy placenteras y otras...muy tormentosas.
Ese día me contó un episodio de sus infancia; ocurrió en el año de 1915 ó 1916 y se refería a una visita que hizo a su padrino de bautizo, don Francisco Llamosas, en el caserío de Guatiapa, en la parte alta del Valle de Majes, en la misma margen izquierda del río Majes en que esta situado el pueblo de Huancarqui donde él había nacido y vivía con su familia, en ese entonces mi abuelita Angélica, el abuelo Baldomero, mi tía Sara, y mis tíos Jorge, Alberto y Sergio.
Mi papá ciertamente buscaba cariño y afecto, fue por un camino milenario de herradura durante 4 ó 5 horas, solo, pero fue recibido con tanto aprecio que tres días después, llorando, dejó Guatiapa pero su padrino lo envió a Huancarqui con uno de sus hijos para dar "las satisfacciones del caso" a su severo padre.
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La segunda narración es una historia que ocurrió a principios de abril de 1955 cuando nos vinimos de Lima tambo en un momento muy difícil para nosotros y mi mamá a pocos días de dar a luz a Pocha, con dificultades de adaptación, pobreza, ingreso de nosotros a nuevas escuelas y con el deseo inamovible de mi mamá de que deberíamos estudiar en Arequipa y no en Aplao corno inicialmente se había pensado cuando en Limatambo se decidió que debería dejarse el Cusco para venirnos a Arequipa.
Para colmo todas nuestras cosas tuvieron que ser traídas de Majes y el río, el día 05 de de marzo de 1955 derribó el puente de Punta Colorada y tuvimos que pasar por andarivel con todos los peligros que ustedes se puedan imaginar; pasé más de 10 veces, unas llevando muy abrazados a Gilberto, Jorge o Alfredo, cuidando las cosas, y mi tía Carmencita cuidando de mi mamá y Rosa.
Mi papá nos esperaba en Arequipa, y junto a una Ángel de la Guarda, mi tío Bernabé Salinas Melgar, había alquilado una casa en la calle 7 de Junio N° 112, en la que después nacería Pocha el día 24 de abril.
Alrededor del 18 de abril mi papá regresó al Cusco a donde viajó en tren, y la despedida fue muy triste y en esta separación me dio muchas responsabilidades y con muy escaso dinero él viajaba y quise acompañarlo a la estación del ferrocarril y él me contaba que apenas llevaba dinero para tomar té en el viaje. A pocos metros de la casa había un panadero vendiendo pan en un triciclo y luego se apartó, y al ver nosotros el suelo habían caído 40 soles que era una fortuna en esas circunstancias. El panadero había desaparecido pero mi papá me dijo que lo buscara y le entregara ese dinero lo que hice en la tarde cuando regresó a vender pan de nuevo. Mí papá sólo quiso que fuera con él hasta la esquina "pues tenía que cuidar a todos en casa", y esa despedida es hasta ahora una de las circunstancias de gran ternura y recuerdos de tristeza de mi vida.
Una lección de honradez y entereza que jamás la olvidé.
Arequipa, 4 de octubre de 2008.
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