Señor Doctor Eduardo A. Pretell Zárate, Presidente de la Academia Nacional de Medicina
Señor Doctor Alberto Ramírez Ramos, Secretario Permanente de la Academia Nacional de Medicina
Señor Doctor Julio Lopera Quiroga, Coordinador en Arequipa de la Filial de la Academia Nacional de Medicina
Señor Doctor Ayar Peralta Vizcarra, Decano de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de San Agustín
Señor Doctor Fernando Farfán Delgado, Decano Consejo Regional V – Colegio Médico del Perú
Señores Académicos de la ciudad de Arequipa
Señores Jefes y Autoridades Universitarias y Hospitalarias y Presidentes de Sociedades Científicas Médicas
Señoras y Señores
Es muy emocionante estar delante de todos ustedes, y son mis primeras expresiones de saludo y gratitud al Dr. Eduardo A. Pretell Zárate, Presidente de la Academia Nacional de Medicina, distinguido Médico del país, y pienso yo que honra a todos los Académicos y a esta prestigiosa institución científica al estar, en estos momentos, al frente de ella.
Es para mí sumamente grata la presencia, en este honorable recinto, del Dr. Alberto Ramírez Ramos, Secretario Permanente de la Academia, de brillante trayectoria en la Gastroenterología nacional, además de reconocido Profesor de la Universidad Peruana Cayetano Heredia, dedicado en la actualidad a la enseñanza e investigación, con prestigio no sólo en el Perú, sino también en el extranjero, y en especial en los Estados unidos de Norteamérica. Su sencillez y su afán de transmitir los conocimientos hicieron que yo lo admirara muchísimo desde el año 1970 cuando lo conocí, y casi desde ese entonces me ha brindado una orientación muy valiosa en mis estudios y en mi aperfeccionamiento.
Es un honor que él y el Dr. Pretell estén aquí con nosotros.
El Dr. Julio Lopera Quiroga es el Coordinador de la Academia en la ciudad de Arequipa. Es un Señor. Es un Señor Profesor, y la decencia y conocimientos, así como su generosidad, que siempre lo han adornado, es algo que me lleva al más genuino respeto y admiración a persona tan distinguida, y el afán de que sus numerosos alumnos desperdigados por todo el mundo se superen y sean unos buenos profesionales y mejores personas dice mucho de lo desprendido y bondadoso que es.
Me siento feliz por verlos a todos ustedes, a todas mis amigas y amigos, y especialmente por la presencia aquí de las personas que más nos queremos: mi esposa Bertha, mis hijos Saúl, Inesita y Rosa María, y mis entrañables nietos Marianita y Mateíto Valdez Olivera, así como mis hermanas y hermanos, que por una feliz coincidencia algunos de ellos han venido de Lima o de fuera del Perú, y la gran carga afectiva familiar que siempre nos ha unido no hace sino que la emotividad sea difícilmente reprimida.
No puedo dejar de recordar a personas que ya no están aquí, como es el caso de mi padre, don Jesús Isaac Valdez Díaz, quien siempre pensó que la honradez, el trabajo, el estudio, la educación y la cultura eran los bienes más valiosos de todo ser humano.
Me siento feliz de mi educación escolar que fue siempre en escuelitas fiscales, como es el caso del pago de El Monte en el valle de Majes, o en Monobamba en las selvas de Junín, o en Cocotea, tierra del ilustrísimo Deán Juan Gualberto Valdivia, o en la Escuela N°. 755 del hermoso pueblo de Limatambo en el Cuzco. Mis estudios secundarios fueron todos en el Colegio Nacional de la Independencia Americana de esta ciudad, y luego de hacer un año del curso de Premédicas en la Universidad Nacional de San Agustín, por un concurso realicé mis estudios de Medicina en la prestigiosa Facultad de Medicina de Porto Alegre, en el Estado do Río Grande do Sul en el Brasil, donde en el transcurso de mi formación médica pude darme cuenta de que el nivel académico de las escuelas y colegios fiscales y nacionales del Perú era de la misma calidad o quizá mejor que la mayoría de países latinoamericanos. Esto ocurrió hace más de cuarenta años.
Queridos profesores del Perú y del Brasil tienen un lugar inolvidable en mis pensamiento y en mi corazón, y apenas el tiempo me permite mencionar a la señorita Eufemia Alarcón de la escuelita de Cocotea, al señor Juan Holguín de Limatambo y al profesor Félix Montesinos Cabrera del Colegio Independencia, así como a los profesores Tuiskon Dick, Joao Carlos Prolla, y Jose Martins Job de Brasil. Los doctores Fuad Jarufe Mazzo, Guillermo Sanz Málaga, Víctor David Perea Pérez, y el extinto don Javier Llosa García contribuyeron muchísimo a completar mi formación profesional y los recuerdo con mucho afecto y aprecio.
El haber trabajado sin interrupción en el Hospital Obrero y luego en el llamado Hospital Nacional Carlos Alberto Seguin Escobedo de EsSalud, donde a lo mejor mi mayor contribución fue la fundación del Servicio de Gastroenterología y la creación del primer programa de Residentado Médico en Gastroenterología fuera de Lima, fue muy gratificante para mí, y la dedicación a mi trabajo me deja orgulloso, sobre todo por el espíritu de libertad e independencia que siempre me acompañó.
En la Universidad Nacional de San Agustín mi carrera comprendió las categorías desde Jefe de Prácticas hasta Profesor Principal de Medicina, cargos que como es el caso del Hospital, fueron siempre ganados por concurso. Es hermoso encontrarse con distinguidos exalumnos cuando uno esta en o fuera de Arequipa.
La Medicina en particular y la ciencia en general están mostrando un adelanto inimaginable. Sea la inmunología, la genética, el avance de la investigación como es el caso de las células madre, la imagenología, van a propiciar un enfoque muy diferente de nuestra profesión en los próximos años. La depresión nerviosa, la obesidad, las enfermedades cardiovasculares y cerebrales, las infecciones y las neoplasias, y las afecciones degenerativas como la diabetes mellitus y otras enfermedades metabólicas constituirán la principal preocupación en los próximos veinticinco años.
Los agentes infecciosos son una real preocupación. Después de que me gradué de médico se reconoce e identifica el virus de la hepatitis B, aparece la enfermedad por el virus de la inmunodeficiencia humana o SIDA, atiendo a pacientes con cólera, rebrotan otras virosis como es el caso de las enfermedades por el virus hanta o el ébola, y hace ni apenas quince años se reconoce al peligrosísimo, y sin que todavía sepamos el extraordinario potencial mórbido, el virus de la hepatitis C, principal causa del cáncer de hígado. Más recientemente está el virus H5 de la gripe aviar, que de mutar al ser humano ocasionaría en el mundo una epidemia con una mortalidad de no menos de cincuenta y cuatro millones de personas. Asusta también la resistencia a los medicamentos de enfermedades que nos asolan, como es el caso de la tuberculosis, y términos como Tuberculosis Multirresistente o Ultrarresistente comprometen al país con una incidencia de 3 a 13 por ciento de los casos diagnosticados.
No podemos ignorar al medio ambiente. Nuestra querida Arequipa es una de las ciudades más contaminadas del mundo, sin que haya autoridad que nos proteja. Vivimos gracias a la Teoría de los Fractales, y se están dando felizmente pasos muy importantes de los médicos en el sentido de crear una conciencia para lograr una ciudad más vivible, un entorno más sereno y reposado, un río limpio y una Arequipa bella.
Muchísimos otros temas podríamos tratar. El avance de la ciencia es inimaginable. Para el año 2050 la expectativa del ser humano es de cien años. Pero ... ¿y el SER HUMANO? ... El médico como Ser Humano que ve a otro Ser Humano, el médico amigo, el médico de cabecera, el Dr. Paul Ferdinand Gatchet, retratado por Van Gogh en junio de 1890, médico de los pintores impresionistas franceses, el médico que quería Antoine de Saint-Exupery que le pusiera la mano en el hombro y le sonriera, el médico de familia que las sociedades de los países más avanzados del mundo quieren recuperar, ese Hipócrates que quiere calmar el dolor, ese médico, ¿existe?
Es muy triste comprobar que muchos profesionales piensan que el paciente es un eslabón más en la cadena de la informática moderna y alguien a quien hay que "guardar" en el archivo de la computadora. Qué triste es comprobar cuando médicos jóvenes ni siquiera saludan a sus mayores, se han olvidado del humanismo y de la cultura, y que el valor de la caridad que se puede expresar de muchas formas, no existe.
Como ven ustedes, nuestra profesión es muy linda. Hay que quererla, sufrirla y tratar de mejorarla, pensando en el ser más complejo del universo que es el hombre.
No me queda si no, a través del Señor Presidente de la Academia Nacional de Medicina, el Doctor Eduardo A. Pretell Zárate, agradecer a todos ustedes su infinita paciencia por escucharme.
Muchas gracias.
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