Un abrazo muy fuerte y cariñoso para todos ustedes y como bien saben, mañana lunes se cumplen 100 años del nacimiento de mi papá que fue en el pueblo de Huancarqui, posiblemente a las 6 de la mañana y a lo mejor con la ayuda de una partera muy famosa que había en el Valle de Majes llamada doña Nicolasa Téllez y nacida en Cotahuasi pero afincada en el pago de Bilbao.
No es la intención de tocar ni mucho menos escribir una biografía de personaje tan querido y complejo pero en homenaje a él, contarles una historia corta y amena de algo que ocurrió cuando yo tenía 8 meses de nacido, mi mamá estaba embarazada, y que, al nacimiento, sería mi hermana Rosa Victoria.
Como parte de este homenaje les haré llegar unas fotografías del cumpleaños N° 98 de mi tía Graciela que fue el 25 de agosto y que tuve la suerte de acompañarla
Frente a la inminente operación de Gibito de una dolencia digestiva en el mes de noviembre, estoy completamente seguro que todos estamos y estaremos constantemente con nuestros pensamientos con él y su familia y de parte mía lo estaré acompañando allá en Buenos Aires cuando esto ocurra.
La historia que les quiero contar, ocurre a mediados de febrero del año de 1945, que era un día domingo, y la noche anterior mi papá había venido a Los Puros desde la Barranca en su caballo, a la casa de mis abuelitos donde estábamos mi mamá y yo recibiendo los engreímientos y caricias del caso por estar en el seno de una familia tan numerosa y llena de afecto y generosidad, además de ser el primer nieto (y único hasta ahora) que nació en tan hermosa y solariega casa.
Después de almorzar, mis tías y con la ayuda de mi mamá, pidieron permiso a mi abuelito Raúl para irse a bañar a lo que él no accedió por estar el "río en todo entrar"; pero a tanta insistencia les dijo que sólo podrían ir con mi papá con quién y ambos, se profesaban un inmenso respeto y afectuosa deferencia. Y así fue, y luego de llevar la mejor fruta disponible, entre ella una canasta da mangos maduros, atravesaron los potreros de chito, matara, tembladera y chilcas, para llegar a las plantaciones de caña de azúcar y algodón de "El Buquerón" y San Antonio y recoger las ricas uvas moscatel, italia y abridores blancos y de color. Era un paseo muy bonito y ciertamente placentero.
Tanto mi tía Sarita, 5 ó 6 meses atrás, como mi tía Fidela hoy en la mañana, coinciden que efectivamente el río estaba muy grande, y que al estar en la orilla lavando la fruta y ya con sus ropas de baño que no eran sino unas batas que les llegaba hasta los tobillos, fueron arrastradas por el río mis tías Sara y Fidela de 16 y 15 años e inmediatamente mi papá se lanzó y consiguió sacar a mi tía Fidela pero mi tía Sarita fue llevada por el torrente hacia el tumbo principal aunque mi papá logró alcanzarla pero luego fueron ambos perdidos de vista pensando todos que ellos se habían ahogado. Mi mamá desesperada observaba todo y al ser avisado mi abuelito, él dispuso que se buscaran los mejores nadadores del momento y el encargado fue posiblemente mi tío Edilberto y así llegaron a Los Puros, don Luis Pássara, don Juan Manuel Sánchez, mi tío Buenaventura Rendón Núñez, y los jóvenes Ezequiel, Angel y Juan Rodríguez y Paulino Carpio con Esteban Arias... y fueron a buscar a los ahogados.
Horas después, estando casi una multitud en la orilla del río, en el fundo Las Palmas, fueron divisados mi papá y mi tía Sarita, desnudos pero saltando e igual los abrazos y lágrimas y las gracias a Dios no faltaron entre la multitud que acompañaba a la familia y a mi mamá que con razonable pesimismo se declaró o estaba a punto de declararse viuda. Mi tía Sarita, por estos excelentes nadadores y mejores personas, fue pasada en balsa improvisada de troncos y les pudieron pasar ropa, pero mi papá regresó y atravesó el río nadando junto con los demás.
Pasado el susto y despúes de unas buenas copas del mejor pisco en la casa, mis tías no quisieron perderse la función de circo del incomparable "Frejolito" y otra vez mi papá, mi mamá y todas las tías y los aspirantes de enamorados de ellas, se presentaron en El Monte, en el trapiche de tío Buenaventura Rendón y no se pudo negar que hubo un sentimiento de miedo por que "ahí estaban las ahogadas con el ahogado", apodo que duró algunos meses más. Quien no se esperaba ver a la familia en el circo fue el joven Federico Herrera Vigil con la que ahora podría llamarse su enamorada, una linda jovencita que vivía hace poco en Sacay y que había venido hacía poco de Huancarqui y se llamaba Olinda Corrales Pacheco.
Este año también se han cumplido 40 años de la muerte de mi tio Agenorcito y seguramente que todos hemos recordado a un hombre tan bueno y sencillo; su cuartito aún está de pie, triste, pero está. Lo verán en una de las fotos.
Un abrazo,
Jesús Baldomero Valdez Herrera.
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